El perdón: volver a nacer en navidad.
En diversos escritos y reflexiones propios de la festividad navideña se habla de “volver a nacer”, de aprovechar el nacimiento del “Niño Jesús” para renovarnos y entrar al nuevo año con metas y propositos nuevos, algunos trascendentes en nuestras vidas.
Me permito brevemente reforzar que “volver a nacer”, a cada instante, es un don, una capacidad divina (si se quiere) que tenemos todos los seres humanos. Por lo demás también advertirte, querido lector, que esa capacidad es la piedar angular de toda relación duradera, empezando con nosotros mismos, nuestros vecinos y amigos, nuestras parejas y la familia en general.
¿Qué hacer para acceder a esta capacidad? Empieza por la realización individual de conciencia de que lo único que realmente tenemos es el presente, el instante, el ahora, el momento donde fijas la conciencia. Darte cuenta de que cualquier recuerdo del pasado, cualquier dato o información que pertenezca a la “memoria” existe como lo que es: un recuerdo más no tiene necesariamente que afectar nuestras emociones, circunstancias actuales y mucho menos nuestro futuro. Esta reflexión podría convertirse en un salto importante para tu sabiduría interior y re-nacimiento.
Otro mecanismo sencillo, rápido y crucial: la declaración de perdón. Usar la palabra misma, con frecuencia y el contexto de humilidad que implica para quien la dice, renueva por si sola. ¡Empieza por perdonarte a ti mismo! Cada día está lleno de inconsistencia y sin sabores cuyo último responsable eres tú. ¡Entonces aprovéchate! Perdónate a ti mismo en una convesación privada, personal y genuina. Luego aplica lo mismo con todo el mundo a tu alrededor (¡Independientemente de que tengan “razón” o no) . Tu misión es convertirte en una máquina de perdón al instante donde ocurra la oportunidad. Advertencia: esto incluye las veces donde se supone que es el “otro” el que debe pedir perdón.
Lo que va a ir pasando con lo que te propongo más arriba es que cada vez te haces más sereno, aceptas y abrazas el presente tal como es, reconociendo que en gran medida cada cosa que te llega tiene que ver contigo, con tus pensamientos, con tus conversaciones, con tus emociones y con tus maneras de ser y, que otras, no las controlas pero siempre puedes elegir como reaccionar y relacionarte con ellas.
De repente empieza a pasar que tus relaciones mejoran dramáticamente, las peleas son menos constantes, las cosas te afectan menos, ni te pones tan feliz y eufórico por los triunfos ni tan triste y melancólico por las derrotas. Te prometo que una vez vives en el renacer constante, no solo te lo agradecen más los que te rodean sino que también te conviertes en fuente de amor e inspiración para otros en este breve tránsito por la tierra. ¡Felices fiestas en amor y conexión!